Muchas veces, los ladrillos no existen, en aquel muro imaginario; y las dudas se potencian, haciéndote tambalear, y no saltar...
Muchas veces el muro ni siquiera es de mineral, sino de papel, no te das cuenta que con un suspirar puedes hacer que vuele...
Y sin embargo, tu mente da cemento a cada bloque.
No te permites volar, ni saltar, menos nadar, o quizás si lo recuerdas correrás; y muchas veces vomitaras...
La energía fluye hasta en lo más pequeño, en el núcleo del ladrillo donde juegan una danza ecuatorial; luego dos ásteres los llaman y los acercan... y así de nuevo, hasta que la juventud nace y la tardía danza se prepara para saludar y despedirse.
Son esos momentos cuando nos quedamos algo inquietos, o quietos... y no vemos que podemos hacer más cosas que respirar...
Son esos momentos, cuando me pregunto; por qué la gente puede seguir con sus manos tocando semejante papel?... que no te cuida ni te valora, más bien te humilla, y las monedas te sacuden el tímpano, llegando hasta tu cerebro; dando ordenes artificiales, pero “valiosas”, deseándolo más... y corriendo el riesgo de vivir una vida entre papeles con olor a... un olor que no quiero descubrir y cuando mis dedos lo tocan, a veces lo necesitan y otras muchas más, lo detesta.
Entonces, corro; salto y veo que no puedo... pero me queda mi genio, de volar... y es cuando digo, no necesito alas para intentarlo.
GMV
Muchas veces el muro ni siquiera es de mineral, sino de papel, no te das cuenta que con un suspirar puedes hacer que vuele...
Y sin embargo, tu mente da cemento a cada bloque.
No te permites volar, ni saltar, menos nadar, o quizás si lo recuerdas correrás; y muchas veces vomitaras...
La energía fluye hasta en lo más pequeño, en el núcleo del ladrillo donde juegan una danza ecuatorial; luego dos ásteres los llaman y los acercan... y así de nuevo, hasta que la juventud nace y la tardía danza se prepara para saludar y despedirse.
Son esos momentos cuando nos quedamos algo inquietos, o quietos... y no vemos que podemos hacer más cosas que respirar...
Son esos momentos, cuando me pregunto; por qué la gente puede seguir con sus manos tocando semejante papel?... que no te cuida ni te valora, más bien te humilla, y las monedas te sacuden el tímpano, llegando hasta tu cerebro; dando ordenes artificiales, pero “valiosas”, deseándolo más... y corriendo el riesgo de vivir una vida entre papeles con olor a... un olor que no quiero descubrir y cuando mis dedos lo tocan, a veces lo necesitan y otras muchas más, lo detesta.
Entonces, corro; salto y veo que no puedo... pero me queda mi genio, de volar... y es cuando digo, no necesito alas para intentarlo.
GMV
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